Sin salir geográficamente muy lejos, muchos paises de nuestro entorno europeo desde hace tiempo se dieron cuenta de que el » prevenir y formar» es mucho más efectivo en emergencias y desastres naturales que el «actuar a posteriori o después»

En Orosa Aventura desde nuestro departamento de formación Nubarus, ya llevamos varios años impartiendo a jóvenes escolares, formaciones en Tecnicas de supervivencia y emergencias. Y estas son algunas de las conclusiones a las que hemos llegado.

El aumento en la frecuencia y severidad de desastres naturales como terremotos, inundaciones, incendios forestales, gotas frias y huracanes subraya la necesidad urgente de preparar a las generaciones futuras para enfrentar estas emergencias. Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), las catástrofes naturales afectan anualmente a más de 200 millones de personas en el mundo, y un porcentaje significativo de las víctimas son niños y adolescentes. Incluir en los programas escolares la enseñanza de técnicas de supervivencia y respuesta ante emergencias podría salvar vidas y reducir significativamente los daños humanos y materiales.

Por qué es crucial enseñar técnicas ante emergencias desde edades tempranas

La formación en técnicas de emergencia no solo desarrolla habilidades prácticas en los jóvenes, sino que también fomenta la resiliencia, el pensamiento crítico y la capacidad de trabajar bajo presión. Las razones clave incluyen:

  1. Reducción de víctimas y daños: Los niños y adolescentes entrenados pueden reaccionar rápidamente y de manera efectiva, disminuyendo los riesgos para ellos mismos, sus familias y comunidades.
  2. Promoción de una cultura de prevención: La educación temprana contribuye a crear una sociedad consciente de los riesgos y preparada para mitigar sus impactos. Tenemos que dejar de actuar «después» para prevenir «antes»
  3. Habilidades transferibles: Las competencias adquiridas en este tipo de formación pueden ser útiles en situaciones cotidianas, no solo en emergencias.
  4. Fortalecimiento de la comunidad: Los jóvenes capacitados actúan como multiplicadores del conocimiento, compartiendo lo aprendido con sus familias y comunidades.

Técnicas esenciales que los jóvenes deberían aprender

  1. Evacuación segura: Identificar rutas de escape, protocolos de evacuación y puntos de encuentro seguros.
  2. Primeros auxilios básicos: Atención primaria en cortes, quemaduras y fracturas, y aplicación de maniobras como la reanimación cardiopulmonar (RCP).
  3. Gestión emocional en crisis: Control del pánico, técnicas de autocontrol y apoyo emocional a otros.
  4. Uso de herramientas básicas: Empleo de extintores, mantas de emergencia, paineles señalizadores y linternas.
  5. Preparación de kits de emergencia: Composición de mochilas de emergencia con alimentos no perecederos, agua y botiquín.
  6. Orientación y navegación: Uso de mapas, brújulas y señales de referencia en entornos urbanos y rurales.
  7. Construcción de refugios y técnicas de supervivencia en el medio natural.

Beneficios de esta formación en edades tempranas

  1. Desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales: Aprender a actuar en situaciones de alto estrés mejora la toma de decisiones y la inteligencia emocional.
  2. Reducción del impacto psicológico: Los niños entrenados tienen menores probabilidades de sufrir trastorno de estrés postraumático tras un desastre.
  3. Mayor autonomía y confianza: Saber cómo reaccionar les permite enfrentar situaciones de peligro con mayor seguridad.
  4. Impacto positivo en la familia: Los jóvenes capacitados no solo actúan de manera efectiva, sino que también transmiten estos conocimientos a sus padres y hermanos, fortaleciendo la preparación colectiva.
  5. Trabajo en equipo: Las actividades grupales en simulacros y ejercicios fomentan la cooperación y el liderazgo, habilidades fundamentales en cualquier ámbito.

Ejemplos de éxito

En los países del norte de Europa, como Suecia y Noruega, las escuelas han integrado programas de formación en emergencias desde hace décadas. En Suecia, los estudiantes aprenden desde temprana edad a utilizar extintores, administrar primeros auxilios y reaccionar ante incendios domésticos o escolares. En Noruega, los niños participan en simulacros de rescate en entornos de frío extremo, lo que ha reducido significativamente las muertes relacionadas con hipotermia. Estos programas también enfatizan el trabajo en equipo y la importancia de cuidar a los más vulnerables durante una crisis.

En Finlandia, los jóvenes reciben instrucción en gestión de emergencias comunitarias, incluidas habilidades de comunicación en situaciones de caos, lo que ha mejorado la coordinación y la efectividad de las respuestas a nivel local.

En Japón, la educación escolar incluye programas obligatorios de preparación para desastres, con simulacros regulares y formación en primeros auxilios. Como resultado, la tasa de mortalidad por terremotos es significativamente menor en comparación con otros países con similares riesgos sísmicos.

Otro ejemplo es Chile, donde la enseñanza de técnicas de evacuación en las escuelas ha reducido el número de víctimas en tsunamis. Además, se destaca cómo estas medidas generan un impacto positivo no solo en los niños, sino en sus familias, ya que comparten lo aprendido, ayudando a que los hogares estén mejor preparados.

Conclusión

Integrar la formación en técnicas de emergencia en los programas escolares es una inversión crucial en la seguridad y el bienestar de las futuras generaciones. Al equipar a los jóvenes con habilidades esenciales, no solo se fortalece su capacidad para enfrentar desastres, sino que también se construyen comunidades más resilientes y preparadas para cualquier eventualidad. Los beneficios se extienden a las familias y a la sociedad en general, promoviendo una cultura de cooperación, prevención y trabajo en equipo que salva vidas.

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