Comienza el Otoño y con el las bajadas de temperaturas la nieve y las lluvias, esta es una estación con colores maravillosos en su vegetación, ideal para los amantes de las setas y de la micología y que no debemos de perdernos si nos gusta la naturaleza.
Pero ello conlleva adaptarnos al medio en esta parte del año y al frio si no queremos sufrir de «Hipotermia» y tener una grave emergencia.
Todos hemos tenido ligeros sintomas de hipotermia a lo largo de nuestra vida: Temblores por el frio, escalofrios, sensación de no mover bien las manos o articulaciones, dificultad al hablar con la cara fria, y otros.
En el medio natural, el frío no es un simple inconveniente, sino una amenaza silenciosa que puede comprometer la vida en cuestión de horas, incluso minutos. Una de las emergencias más graves asociadas a la exposición al frío es la hipotermia, una condición que todo amante de la montaña y las actividades al aire libre debería conocer en profundidad.
La hipotermia se define como la disminución de la temperatura corporal central por debajo de los 35 grados centígrados. Nuestro organismo funciona de manera óptima en un rango estrecho, entre 36,5 y 37,5 °C, gracias a complejos mecanismos de termorregulación. Cuando la pérdida de calor supera la capacidad de producción, el equilibrio se rompe y el cuerpo comienza a entrar en un estado progresivo de fallo fisiológico.

Cómo se produce la hipotermia
El cuerpo humano pierde calor de distintas formas: por conducción, cuando se entra en contacto con superficies frías como la roca o la nieve; por convección, cuando el viento o el agua aceleran la transferencia de calor desde la piel hacia el exterior; por radiación, simplemente cediendo calor hacia un ambiente más frío; y por evaporación, a través del sudor o la ropa húmeda.
En la montaña, estas vías de pérdida de calor rara vez actúan de manera aislada. Pensemos en un senderista que asciende una ladera en invierno: suda durante el esfuerzo, el sudor empapa su camiseta de algodón y, al detenerse para descansar en la cima, un viento gélido sopla con fuerza. En cuestión de minutos, la combinación de humedad, viento y baja temperatura puede desencadenar el inicio de una hipotermia.
En resumen, el cuerpo pierde calor principalmente por:
- Conducción: contacto con superficies frías.
- Convección: viento o inmersión en agua.
- Radiación: pérdida natural de calor al ambiente.
- Evaporación: sudor o ropa húmeda.
Factores de riesgo en la montaña
Las causas más habituales en el medio natural son bien conocidas por quienes han trabajado en emergencias: la exposición prolongada al frío y viento sin ropa adecuada, la fatiga que reduce la capacidad de moverse y generar calor, la deshidratación y la falta de energía, las caídas en ríos o nieve húmeda y, en altura, la propia hipoxia que dificulta el metabolismo.
El llamado efecto wind chill es un factor crítico que a menudo se subestima. La temperatura percibida por el cuerpo en un día de -5 °C con viento de 30 km/h puede descender por debajo de los -15 °C, acelerando la pérdida de calor y multiplicando el riesgo de hipotermia.
En este enlace tienes toda la información y el artículo completo sobre el efecto Wind Chill https://www.orosaaventura.com/factor-de-enfriamiento-o-wind-chill-factor/
Factores clave de riesgo en montaña:
- Vestimenta inadecuada.
- Viento y humedad.
- Sudoración excesiva seguida de reposo.
- Déficit de energía e hidratación.
- Fatiga o lesiones que impidan moverse.
- Altitud y falta de oxígeno.

Manifestaciones clínicas
Los signos de hipotermia se desarrollan de manera progresiva y deben reconocerse lo antes posible. En fases iniciales, el cuerpo responde con escalofríos intensos, torpeza al hablar y dificultad para coordinar movimientos. Sin embargo, a medida que la temperatura desciende por debajo de 32 °C, los escalofríos desaparecen, lo que lejos de ser una señal positiva, indica que el organismo se está rindiendo. La confusión, la somnolencia y la rigidez muscular son preludio de un estado crítico en el que la inconsciencia, las arritmias y la parada cardiorrespiratoria se convierten en una amenaza real, además sin ser consciente de ello.
Un dato clave: la hipotermia mata lentamente, pero no siempre de manera evidente. En expediciones de alta montaña se han documentado casos en los que alpinistas, aún conscientes, tomaron decisiones erróneas debido a la alteración neurológica que provoca el descenso de la temperatura central.
Evolución clínica típica:
- Hipotermia leve (35–32 °C): escalofríos, temblores, torpeza, fatiga.
- Hipotermia moderada (32–28 °C): confusión, somnolencia, rigidez.
- Hipotermia grave (<28 °C): inconsciencia, arritmias, riesgo vital.
Prevención: la mejor herramienta
Como en casi todas las actividades en el medio natural lo fundamental son los conocimientos que tengamos y las habilidades adquiridas en el medio en el cual disdrutamos o realizamos nuestra actividad.
La forma más eficaz de combatir la hipotermia es evitar que aparezca. Y para ello, la preparación y la planificación son esenciales.
El sistema de vestimenta por capas es el estándar en actividades invernales: una primera capa transpirable que evacúe la humedad (nunca algodón, que retiene el sudor), una capa intermedia aislante como lana o forro polar, y una capa externa que proteja del viento y la lluvia. Accesorios como gorros, guantes, calcetines técnicos y cubrebotas no son un lujo, sino un seguro vital. No hay que olvidar que hasta el 30 % del calor corporal puede perderse por la cabeza y el cuello si no se protegen adecuadamente.
Prevención práctica:
- Usar sistema de tres capas.
- Proteger cabeza, cuello y extremidades.
- Regular el esfuerzo para no sudar en exceso.
- Consultar la previsión meteorológica antes de la salida.

Hidratación y alimentación en climas fríos
Un aspecto que suele subestimarse en actividades invernales es la importancia de la nutrición e hidratación. En climas fríos, el organismo necesita más energía para mantener la temperatura, y si no recibe un aporte suficiente, se agota con rapidez.
Beber agua es igualmente fundamental. En condiciones frías la sensación de sed disminuye, lo que conduce fácilmente a la deshidratación. Además, el aire seco de montaña acelera la pérdida de líquidos por respiración. Una persona deshidratada produce menos calor metabólico y es más vulnerable a la hipotermia.
En cuanto a la alimentación, la combinación de hidratos de carbono de absorción rápida (frutos secos, barritas energéticas, chocolate) con grasas saludables (quesos curados, embutidos, frutos secos grasos) garantiza energía inmediata y reservas sostenidas para el esfuerzo prolongado. Las comidas calientes no solo aportan calorías, sino también un efecto psicológico positivo que ayuda a mantener la moral en condiciones adversas.
Un pequeño hornillo y sobres de comida liofiliada, no aportarán peso a nuestra mochila pero serán de gran importancia en invierno.
Consejos prácticos de hidratación y nutrición en frío:
- Beber con frecuencia aunque no haya sed.
- Transportar agua en termos o aislada para evitar congelación.
- Consumir pequeñas cantidades de comida cada 2-3 horas.
- Priorizar alimentos energéticos y fáciles de digerir.
- Aportar bebidas calientes (caldos, infusiones) para calor y motivación.
Cómo actuar frente a un caso de hipotermia
Si a pesar de todas las precauciones alguien desarrolla hipotermia, la actuación rápida y adecuada puede salvarle la vida. El primer paso es siempre garantizar la seguridad y buscar refugio frente al viento y la humedad. Una vez a cubierto, la ropa húmeda debe sustituirse por prendas secas, y la víctima debe aislarse del suelo con mantas, esterillas o incluso ramas.
El recalentamiento debe hacerse de manera progresiva. En casos leves, el aporte de bebidas calientes (sin alcohol ni cafeína), el uso de mantas térmicas y el contacto corporal son medidas eficaces. Sin embargo, en fases moderadas o graves, el calor externo directo puede ser peligroso, ya que favorece un fenómeno llamado afterdrop, en el que la sangre fría de las extremidades retorna al núcleo y provoca un descenso brusco de la temperatura central. En estos casos, el aislamiento pasivo y la evacuación rápida a un centro sanitario son la prioridad.
Nunca debe masajearse ni frotarse a la persona afectada, y si se encuentra inconsciente, es fundamental valorar su respiración y pulso, iniciando maniobras de reanimación si fuese necesario.
Pasos clave de actuación:
- Poner a salvo del frío y viento.
- Sustituir ropa húmeda por seca.
- Aislar del suelo y cubrir con mantas aluminizadas de emergencia.
- Recalentar de forma progresiva.
- No aplicar calor directo ni masajes.
- Ofrecer líquidos calientes o mejor tibios solo si está consciente.
- Evacuar al hospital lo antes posible.


Un enemigo silencioso, pero prevenible
Los datos son claros: estudios científicos muestran que en agua fría a 0–5 °C, la inconsciencia puede aparecer en menos de 15 minutos y la muerte en menos de 45. En montaña, el frío, el viento y la fatiga actúan como un cóctel peligroso que puede convertir una simple excursión en una tragedia.
La hipotermia no distingue entre expertos y principiantes, pero quienes la conocen y se preparan tienen una ventaja decisiva. La mejor protección es el conocimiento, y la mejor herramienta, la prevención. Prepararse, equiparse correctamente, alimentarse e hidratarse bien, reconocer los síntomas tempranos y saber cómo actuar son los pilares que marcan la diferencia.
Recuerda cuando prepares tus salidas preguntarte:
- ¿A dónde?
- ¿Por dónde?
- ¿Cómo?
- ¿Cuando?
En la montaña, como en la vida, el frío no perdona la imprudencia. y nuestras mejores herramientas son el conocimientos y el adquirir habilidades sobre el medio en el que disfrutamos.

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